Comentario
Durante el siglo XVII Francia realizó un enorme esfuerzo colonizador creando el Canadá, penetrando por el Mississippi y estableciendo la Louisiana.
El fundador de la Nueva Francia fue Samuel de Champlain. Era un marino de gran experiencia (fue geógrafo de Enrique IV) y conoció varias colonias españolas, según dijo. Champlain fue enviado a Canadá por el gobernador de Dieppe, que había obtenido el privilegio de negociar en pieles. Zarpó de Honfleur, en compañía de Pontgrave, el año 1603. En este viaje, primero de los once que realizó, remontó el río San Lorenzo hasta el rápido de Saint Louis. Al año siguiente regresó con 120 colonos. Recorrió la península de Acadie, nombre que los franceses tomaron de un vocablo indígena que significaba rico, y fundó Port-Royal. Este establecimiento subsistió hasta 1607, cuando los colonos decidieron regresar a Francia. En 1608 Champlain hizo su tercer viaje. Durante el mismo, exploró el río San Lorenzo 650 kilómetros adentro, al cabo de los cuales encontró un buen sitio para poblar. Allí surgió Quebec, el 3 de julio de 1608, que se convertiría en el núcleo de la colonización francesa. Champlain exploró las tierras de los hurones y algonquinos y luego se dirigió hacia el sur, donde encontró a los iroqueses. Eran enemigos de los algonquinos que le acompañaban. Al apoyar Champlain con las armas a sus aliados se convirtió en su enemigo acérrimo. Los iroqueses llegarían al extremo de aliarse con los holandeses (que les dieron armas de fuego) y con los ingleses contra los galos. En cuanto a Champlain, regresó a Francia, se casó, y volvió a Canadá en 1610. Al año siguiente fundó Place-Royale, otra colonia situada a 240 kilómetros de Quebec, que se convertiría luego en Montreal. Posteriormente descubrió los Grandes Lagos. Una armada inglesa fletada por comerciantes y dirigida por el almirante Kirke, tomó Quebec en 1629 y atacó posteriormente Acadia, pero en 1632 se devolvieron los territorios canadienses a cambio de una compensación económica. Por estos años, la colonización corrió a cargo de las compañías comerciales, que fueron quebrando excepto una, la de los Cien Asociados. Fundada por Richelieu, tuvo un monopolio comercial hasta 1663. La política del Cardenal respecto a la Nueva Francia era convertirla en una colonia similar a las españolas. Mandó a ella a la Compañía de Jesús, prohibió la emigración de los hugonotes y pretendió enviar 4.000 colonos católicos, sin lograrlo. La colonización selectiva mermó las posibilidades de desarrollo del Canadá.
En 1663, Luis XIV retiró a la Compañía de los Cien Asociados sus privilegios y Canadá pasó a ser territorio real. La Nueva Francia se administró desde entonces mediante un Gobernador, encargado de la defensa y las relaciones exteriores, y un intendente, a quien competían la justicia, la policía y las finanzas. Se nombró además un Obispo, François de Laval, para la dirección de la Iglesia colonial. El Obispo fundó el mismo año la primera universidad canadiense. Finalmente, se establecieron tres tribunales de justicia en Quebec, Trois-Rivières y Montreal. La colonia mejoró notablemente durante el tercer cuarto del siglo XVII, gracias a figuras tan notables como el intendente Talon y el gobernador Frontenac. No lograron, sin embargo, resolver sus problemas más graves: falta de colonos, agricultura deficiente, balanza comercial deficitaria con Francia y necesidad de moneda. Jean Talon intentó incrementar la agricultura repartiendo señoríos sobre las riberas del San Lorenzo y proyectó un comercio triangular, que no resultó. Consistía en vender el trigo canadiense en las Antillas y las pieles en Francia, utilizando el azúcar antillano como escala intermedia. Tras su fracaso se acentuó más la falta de moneda, llegándose al extremo de utilizar unas tarjetas como instrumento de cambio.
Los conflictos anglofranceses fueron ya frecuentes. Primero fue la llamada Guerra del Rey Guillermo, en la que los franceses, aliados con los indios, atacaron las colonias anglonorteamericanas. Los colonos británicos respondieron tomando Port-Royal y Quebec en 1690. La Paz de Ryswick de 1697 no reconoció ninguna conquista territorial.
La Nueva Francia tuvo unas características que la diferenciaron de las colonias inglesas y españolas, como las siguientes:
1. Abarcó un territorio enorme con una población muy escasa. Fue todo lo contrario de las Trece Colonias. Nueva Francia tuvo incluso una densidad menor que las colonias españolas. En 1653 había unos 2.000 franceses en Canadá, que habían ascendido a 3.418 en 1666 y a 7.200 en 1672. A fines del siglo XVII no llegaban a 20.000.
2. En la sociedad novofrancesa fue frecuente el mestizaje, especialmente con indios algonquinos, semejándose a la hispanoamericana y diferenciándose de la angloamericana.
3. Su economía fue principalmente peletera, mientras que la de las colonias inglesas fue pesquera y agrícola y la de las españolas minera y agropecuaria.
4. Los franceses practicaron, igual que los españoles aunque en menor escala, la política de evangelización del indio, resultando así la aparición de otro foco católico indígena al norte de las colonias inglesas. La Iglesia tuvo, igualmente, un inmenso poder y prestigio. Casi la cuarta parte de las tierras canadienses eran de ella.
5. La administración territorial se llevó principalmente desde Francia: débil y tardíamente desde el propio Canadá.
6. La colonia quedó desconectada de los circuitos comerciales frecuentes y unida casi exclusivamente a la Rochela, de la que dependía para subsistir. Esto incidió en su estado de pobreza, que motivó su propia debilidad.
Desde la Nueva Francia se realizó una política expansiva por el Mississippi, cuyo resultado sería la formación de una nueva colonia en su desembocadura, la Louisiana, y el cierre a la expansión colonial inglesa por el occidente, lo que produjo el enfrentamiento entre Francia e Inglaterra en el siglo XVIII.
Precursor de la exploración por el Mississippi o padre de las aguas, como le llamaban los indios, fue el jesuita Jean Nicolet, que abandonó Quebec en 1629 y vivió ocho o nueve años con los indios nipissings aprendiendo su lengua y costumbres. Hacia 1634, exploró el lago de Michigan, descendió luego por el río Fox y penetró en el actual estado de Wisconsin hasta la divisoria de aguas entre los ríos San Lorenzo y Mississippi. En 1665, otro jesuita llamado Claude Jean Allouez, que misionaba detrás de los Grandes Lagos, oyó hablar de un gran río llamado Mississippi. Tres años después otro jesuita, el P. Marquette, fundó una misión al sur del Salto de Santa María, en lo que hoy es Michigan. Con sus informes, el Gobernador Frontenac organizó una expedición para explorar hacia el Mississippi, en 1673, que confió al trampero Louis Jolliet y al jesuita Marquette. La extraña pareja siguió la ruta de Nicolet, bajó a Green Bay y alcanzó luego el río Wisconsin, desde donde pasó al Mississippi. Jolliet y Marquette descubrieron y navegaron este durante más de mil kilómetros aguas abajo, hasta que temieron entrar en territorio español (estaban en la confluencia con el río Arkansas), regresando entonces a Canadá. Informaron entonces que el gran río no iba al Pacífico, como se pensaba, sino al Golfo de México.
Encargado de explorar el Mississippi fue Cavelier de la Salle. Era un favorito del gobernador Frontenac y vivía obsesionado por encontrar el camino hacia China. Inició sus exploraciones en 1669. El gobernador Frontenac le envió a Francia para obtener el apoyo de Colbert. Regresó en 1678 y se le confió la tarea de establecer una serie de fuertes a orillas del Ontario y de realizar algunas incursiones. En 1682, bajó por el río Mississippi hasta su desembocadura, que alcanzó el 9 de abril. Allí tomó posesión del territorio que se llamaría Louisiana, en nombre del rey Luis XIV. Tras marchar a Francia para informar sobre su descubrimiento, regresó a Louisiana en 1684 con objeto de organizar una serie de establecimientos en el río Mississippi, para unir la nueva Colonia con el Canadá. La expedición fue a parar a la bahía de Matagorda, en Texas, desde donde se adentraron en el territorio en busca del gran río. En una de estas exploraciones, La Salle fue asesinado por dos de sus hombres el 19 de marzo de 1687. El proyecto colonizador se reavivó en 1698, cuando se interesaron por el mismo Pierre y Jean Baptiste Le Moyne, señores de Iberville y de Bienville. Los hermanos zarparon de Brest en dicho año con dos fragatas y alcanzaron el delta del Mississippi. Al año siguiente, establecieron una colonia cerca de la actual ciudad de Biloxi, unos 100 km al oeste de la desembocadura (entre New Orleans y Mobile). El señor de Iberville fue luego a Francia, en busca de refuerzos. La colonia de la Louisiana se consolidó en el siglo XVII.
En 1662, Pierre Esprit Radisson y su primo Des Groseilliers descubrieron un camino para llegar por tierra hasta la bahía de Hudson, descubierta medio siglo antes por el famoso marino inglés del mismo nombre. Los franceses hallaron allí un verdadero tesoro: maravillosas pieles de castor, de marta, de zorro, etc. Procedían de todo el gran norte, pues numerosos ríos iban a desaguar a la Bahía. El lugar fue codiciado como El Dorado de los tramperos canadienses.
Radisson y Des Groseilliers quedaron despechados, pues pensaron que el rey francés debía haberles premiado por su hallazgo. En 1668 fueron a Inglaterra y allí se les dio la misión de guiar una expedición a la bahía de Hudson. Dos años después se formó la Compañía del Hudson, integrada por 20 nobles y comerciantes. Los ingleses reivindicaron dicho territorio por haberlo descubierto uno de sus marinos, y decidieron establecer allí una colonia
por interés económico y político: tener una posesión al norte de las colonias francesas. Pronto surgió un servicio regular de barcos entre Londres y la Bahía para el transporte de las pieles. El negocio no fue todo lo bueno que se esperaba, sin embargo, pues los franceses volvieron a encontrar la ruta hacia la Bahía en 1671, y en 1686 arrasaron todos los fuertes ingleses establecidos en dicho lugar.